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Vino, Vio y ¿Venció?

8 Nov


Decíamos en una entrada anterior que la Iglesia había estado muy callada antes y durante la Huelga, que no quería que se hablara de sus privilegios en este «Estado democrático», también sospechabamos que iba a intentar recuperar el protagonismo en la visita del «Tutor o Papa».
Pues bien, en esta oleada conservadora el «Tutor» ha arrimado el hombro y nos ha llamado la atención sobre el laicismo radical que existe en el Estado español, un Estado que le abona más de 6.000 millones de Euros anuales sin sufrir recorte alguno a su organización en España.
Como argumentos ha usado la comparación con los años 30 de este país, que la Historia conservadora ha pretendido asimilar a la quema de iglesias, conventos, muerte de curas y violaciones de monjas (que por cierto, nunca he conocido a nadie que me demuestre documentalmente que existieran ni en las zonas más revolucionarias de la Revolución de 1936).
El debate sobre esa imagen de la Iglesia martir de los años anterior a la guerra es más que discutible, siendo la quema de iglesias algo no generalizado y no concreto de esa década, ya que era algo que se sucedía desde la quema de conventos de 1835 en Barcelona. La cuestión para la Iglesia (y al pensamiento más reaccionario) es identificar el periodo republicano con el movimiento anticlerical ocultando que sus raices son muy anteriores y mucho más profundas. Creo que nunca se han preguntado el porqué… aunque supongo que le echarán las culpas a las fuerzas del mal y si no a la conspiración judeo-masonica-anarquista-marxista.

Ahora bien, los ciudadanos ¿necesitan un Tutor? ¿necesitamos a alguien que nos diga cómo debamos pensar o actuar? Creo que cualquier ser racional contestará que NO, sin embargo son muchos que defenderán la postura «papal».
Son tantas las cosas que decir y poder rebatir a la Iglesia que creo que esta nueva entrada no tiene mucho sentido en el siglo XXI, pero… siempre habrá un grupo de fanáticos, con mucho poder, que nos hará ver a la Iglesia Católica como una excepción.
Es un país con embajadores repartidos por todo el Estado, pagados con dinero de todos los habitantes, que se encargan de adoctrinar a sus ciudadanos. Es un país, absolutista y misógino que reclama para sí parte del poder político y económico de todas las sociedades donde se encuentran. A esos que se les llena la boca hablando de patria parece no importarles. A mi como ciudadano, sí